domingo, 28 de mayo de 2017

La incidencia de diabetes en los niños aumenta un 4% en los últimos años

La incidencia de diabetes en los niños aumenta un 4% en los últimos años

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La incidencia de diabetes en los niños aumenta un 4% en los últimos años

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La edad más habitual a la que suele diagnosticarse la diabetes en niños se sitúa entre los 10 y los 13 años. Se estima que en España la incidencia anual de diabetes tipo 1 en menores de 15 años es de 18 casos por cada 100.000 habitantes.
La incidencia anual de diabetes en edad pediátrica ha aumentado un 3,9% en los últimos años, según datos del estudio EURODIAB. Un incremento que se ha producido sobre todo en los países occidentales y más industrializados. "España no es ajena a este problema. La falta de un registro nacional hace que sea difícil valorar con exactitud la situación actual, ya que se hace evidente el aumento de casos año tras año. También, por el impacto que puede tener sobre la salud sino se detecta y trata adecuadamente a edades tempranas. Todo ello es clave para su manejo y tratamiento eficaz", afirma el doctor Francisco Javier Arroyo, pediatra endocrinólogo del Hospital Universitario Materno-Infantil de Badajoz.
Este y otros expertos han debatido sobre ello y han analizado diferentes casos clínicos en el Simposio "Terapia insulínica: experiencias en pediatría", organizado por Novo Nordisk, en el marco del XXXIX Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP) que se ha celebrado hace unos días en Málaga.
Aunque la diabetes puede diagnosticarse en cualquier momento a partir de las primeras semanas del nacimiento, es entre los 10 y los 13 años cuando se detectan más casos. En concreto, la diabetes tipo 1 es la más prevalente en edad pediátrica, con una incidencia anual en nuestro país en menores de 15 años de 18 casos por cada 100.000 habitantes.
Pero el diagnóstico de la diabetes a edades tan tempranas no siempre es sencillo, ya que los síntomas pueden pasar desapercibidos. Como advierte el doctor Roque Cardona, pediatra endocrinólogo y coordinador de la Unidad de Diabetes del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, "los niños suelen presentar un aumento en la frecuencia y cantidad de sus emisiones de orina, beben mucho, pierden peso y se encuentran muy cansados. Si persiste la situación, pueden presentar deshidratación y disminución del nivel de conciencia que, si no se trata, puede llevar al coma o la muerte del paciente".
El doctor Raúl Hoyos, pediatra endocrinólogo del Hospital Materno-Infantil de Granada, aclara que la diabetes en la edad pediátrica tiene muchas peculiaridades porque el niño tiene diferentes necesidades y comportamientos según su edad. "La aparición de otras enfermedades, la dificultad de conseguir una alimentación regular y la necesidad de evitar las hipoglucemias caracterizan al lactante y niño pequeño. La diferente sensibilidad a la insulina, ingesta frecuente de alimentos y la práctica de ejercicio caracteriza al niño de mayor edad y, por último, los cambios hormonales, de estado de ánimo y de comportamiento caracterizan la diabetes en la pubertad y la adolescencia".
Controlar para prevenir riesgos
Evidentemente, continúa el doctor, "el tratamiento debe intentar ajustarse y responder a las necesidades del niño en cada circunstancia. No existe diabetes sino niños con diabetes y cada uno con sus peculiaridades".
A este control más eficaz y personalizado han ayudado las nuevas insulinas. "Respecto a las anteriores, éstas han mejorado mucho sus perfiles de acción, tanto las de acción rápida como las de acción prolongada. Ahora podemos conseguir mejores controles de glucemia antes y después de las comidas, así como la prevención de hipoglucemias (bajadas de azúcar) y con ello un mejor control metabólico del niño que evita la aparición de complicaciones", explica el doctor Arroyo. Además, para estos doctores, "las insulinas de última generación han dotado al niño de mayor autonomía por su fácil administración y flexibilidad de horarios para inyectarla".
Consecuencias de un mal control
Si no se trata adecuadamente la diabetes puede tener a corto y largo plazo graves consecuencias para la salud. "Hay complicaciones que pueden presentarse de forma aguda como consecuencia de hipoglucemias (pérdida de conciencia, convulsiones) o por hiperglucemia (cetoacidosis, coma). Mientras que las complicaciones crónicas se deben a la alteración de pequeños y grandes vasos sanguíneos y afectan a multitud de órganos pudiendo producir alteración en retina, riñones y vascularización.  Afortunadamente un buen control permite retrasar o evitar estas complicaciones, por lo cual es fundamental implementar este buen control desde el debut de la enfermedad", concreta el doctor Cardona.

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