sábado, 29 de marzo de 2014

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La deficiencia de un aminoácido causa la degeneración del cerebro en la enfermedad de Huntington



29-31/03/2014 - E.P.

El aminoácido implicado es la cisteína que se encuentra en alimentos como el germen de trigo

Neurocientíficos de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos, han identificado lo que creen que es la causa de la gran desintegración de una parte del cerebro llamada el cuerpo estriado en la enfermedad de Huntington: la pérdida de la capacidad de sintetizar el aminoácido cisteína.
En estudios con modelos modificados genéticamente, encontraron que la progresión de la patología se redujo en los que fueron alimentados con una dieta rica en cisteína, que se encuentra en alimentos como el germen de trigo y la proteína de suero.
Sus resultados sugieren una mayor investigación sobre los suplementos con cisteína como agentes terapéuticos candidatos en las personas con la enfermedad. Hasta el 90 por ciento del cuerpo estriado, una estructura cerebral que modera el estado de ánimo, el movimiento y la cognición, se degenera en personas con la enfermedad de Huntington, una condición que se caracteriza por discapacidad motora e intelectual.
Mientras que se conoce desde hace tiempo la mutación genética que subyace a la enfermedad de Huntington, ha sido un misterio la causa precisa de la degeneración. En un informe sobre su hallazgo publicado en la edición digital de la revista 'Nature', los investigadores de Johns Hopkins, liderados por Solomon Snyder, siguieron el proceso degenerativo de la ausencia de una enzima, la cistationina gamma liasa o CSE.
"Por lo general es muy difícil, si no imposible, desarrollar mecanismos sencillos que expliquen qué está pasando en una enfermedad. Aún es más complicado, incluso, si se encuentra un mecanismo que lleve a un tejido a la putrefacción, puesto que, por lo general, no hay nada que se pueda hacer al respecto", señala Snyder, profesor de Neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
La enfermedad de Huntington, un trastorno hereditario, provoca daño debido a la codificación anormal de ADN para el aminoácido glutamina. Las personas sanas tienen entre 15 y 20 "repeticiones" de ADN en esa parte de su código genético, mientras que los portadores del gen de la enfermedad de Huntington poseen más de 36 y, a menudo, aumentan hasta cien. Los niños nacidos de padres portadores presentan una probabilidad 50/50 de heredar la enfermedad y cuanto mayor es el número de repeticiones, antes es la edad de inicio del trastorno incurable.
Bindu Diana Paul, neurocientífica molecular en el laboratorio de Snyder, estaba estudiando ratones que carecen de CSE, que ayuda a que el aminoácido cisteína y el sulfuro de hidrógeno moderen la presión arterial y la función del corazón. Paul, que tenía experiencia previa en investigación sobre la enfermedad de Huntington, se sorprendió al observar que sus ratones mutantes también se comportaron de forma muy parecida a los que tienen la enfermedad.
Paul y Snyder comenzaron a analizar CSE en los roedores y tejidos del cerebro humano y encontraron mucho menos CSE en todos los tejidos enfermos. Todas las personas son portadoras de alguna proteína huntingtina normal fabricada por el gen de la enfermedad de Huntington, aunque la función de la proteína sigue siendo difícil de alcanzar, pero las personas con la patología también llevan proteínas huntingtinas mutantes.
Snyder y su equipo vieron que las proteínas mutantes fueron adhiriéndose a una proteína crucial responsable de encender o apagar el gen CSE, lo que finalmente llevó a privar de cisteína los tejidos cerebrales de roedores y personas enfermas. Para ver si la pérdida de cisteína era directamente responsable de los síntomas asociados con la enfermedad de Huntington, el equipo estudió fuentes de la sustancia en alimentos cotidianos y alimentó a los ratones con una dieta rica en cisteína.
Los resultados, según Paul, fueron sorprendentes, reanudando las funciones motoras de los roedores y alargando su esperanza de vida de una a dos semanas. Snyder y Paul dicen que son cautelosamente optimistas sobre los resultados y que está claro que una dieta rica en cisteína simplemente retrasa y no detiene la progresión de la enfermedad.

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