miércoles, 30 de noviembre de 2011

La profilaxis extendida reduce infección por CMV en injertos - DiarioMedico.com

AUMENTAR LA PREVENCIÓN DE 3 A 6 MESES

La profilaxis extendida reduce infección por CMV en injertos

Un 30 por ciento de los que se someten a un trasplante sólido tienen un riesgo muy elevado de desarrollar infección por citomegalovirus (CMV) complicación importante en estos pacientes. La profilaxis extendida, hasta 6 meses, reduce las posibilidades de que se produzca.
Raquel Serrano   |  29/11/2011 00:00

Jordi Carratalá, Julián de la Torre y Federico Oppenheimer, durante el encuentro que se ha celebrado en Madrid sobre infección por CMV en trasplante sólido.
Jordi Carratalá, Julián de la Torre y Federico Oppenheimer, durante el encuentro que se ha celebrado en Madrid sobre infección por CMV en trasplante sólido. (José Luis Pindado)
 
La infección por citomegalovirus (CMV) es una de las más frecuentes entre las personas que han sido trasplantadas de algún órgano sólido. Suele desarrollarse en los primeros meses después del injerto y puede dar lugar a complicaciones en el pulmón, riñón, sistema nervioso, hígado y tracto gastrointestinal.
  • El 70 por ciento de los trasplantados tienen anticuerpos frente al virus, pero un 20 por ciento de ellos pueden desarrollar la infección por inmunosupresiónLa mortalidad por CMV no es alta.
El virus está latente y convive en la mayor parte de la población sin ocasionar problemas. Pero la barrera puede romperse en el caso de los pacientes trasplantados debido, principalmente, a la acción de la medicación inmunosupresora que debilita el estado inmunológico y que, finalmente, origina que el virus se active, según Federico Oppenheimer, del Servicio de Nefrología y Trasplante Renal del Hospital Clínico, que junto a Jordi Carratalá, del Servicio de Enfermedades Infecciosas de Hospital de Bellvitge, ambos de Barcelona, han dirigido un encuentro sobre nuevas evidencias y retos en CMV, celebrado en Madrid.
Sin embargo, la situación se torna especialmente complicada cuando el donante del órgano hubiera sufrido la infección, lo que implica su transmisión a un receptor virgen y que "finalmente puede convertirse en una infección grave", según Oppenheimer.
  • El rechazo agudo del injerto es la complicación más grave, pero no se puede cuantificar su implicación directa

En grave riesgo
Carratalá advierte que aproximadamente un 70 por ciento de los que reciben trasplante sólido tienen defensas o anticuerpos frente al CMV. "El 30 por ciento restante de trasplantados es el que se considera que se encuentra en mayor riesgo y los que suelen desarrollar las complicaciones más graves. En ellos se centran especialmente las medidas de prevención y tratamiento". No obstante, aclara que en un 20 por ciento de los pacientes que tienen anticuerpos para luchar frente a este virus "el tratamiento inmunosupresor es tan potente que reduce las defensas del organismo, lo que puede reactivar el virus".

La mortalidad en estos casos es baja. El efecto más claro es el rechazo agudo del injerto, sobre todo renal, "aunque, aun sabiendo que existe una relación entre rechazo y CMV, no se puede cuantificar en qué medida es responsable del rechazo, ya que en éste también están implicadas infecciones fúngicas", según Carratalá.
Delimitar y abordar el riesgo es precisamente el eje central del Documento de Consenso sobre CMV que se ha presentado en esta reunión, que ha contado con la colaboración de la compañía Roche. El documento, elaborado por el Grupo Español de Estudio de Infección en el Trasplante (Gesitra), recoge recomendaciones y estrategias preventivas derivadas de las evidencias científicas que se han producido desde 2005.

Julián de la Torre, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Reina Sofía, de Córdoba, y autor principal del documento, indica que lo esencial es practicar prevención, más aún cuando se trata de personas en riesgo. "La profilaxis se lleva a cabo con antivirales desde el primer día del trasplante. Actualmente, según los profesionales, vangaciclovir oral ha demostrado muy buena biodisponibilidad, igual que cuando se administra de forma intravenosa. Una de las conclusiones más destacadas de las guías, que recogen recomendaciones en todas las situaciones de trasplante, es que clásicamente se sostenía que "la profilaxis antiviral debía mantenerse hasta tres meses en pacientes de alto riesgo. Actualmente, extenderla hasta seis meses tiene una eficacia clínica, pues reduce las tasas de infección, y también resulta coste-efectiva pues minimiza comorbilidades".
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