miércoles, 23 de septiembre de 2009

Enfermedad de Gaucher


Hospital Universitario Miguel Servet

Diariomedico.com
ESPAÑA
ENFERMEDAD DE GAUCHER
Mejoras en el tratamiento enzimático
La enfermedad de Gaucher es una enfermedad genética rara, de baja incidencia, que afecta en Europa a una de cada 200.000 personas en razas distintas a la judía; en raza judía de origen askenazi la incidencia es mayor.


Mar Sevilla Martínez - Miércoles, 23 de Septiembre de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

llaves conceptuales:
1. Los síntomas más frecuentes son anemia, bajada de las plaquetas, afectación de los huesos y aumento del tamaño del bazo y del hígado
2. La calidad de vida del paciente está comprometida: algunos necesitan prótesis, cirugía ortopédica o tienen complicaciones que alteran su rutina

"La patología afecta al metabolismo glucolipídico debido a que hay una alteración en el gen que codifica una enzima que está dentro del lisosoma", explica a Diario Médico Pilar Giraldo, del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza. "La alteración está en una estructura pequeña ubicada en la célula encargada de la fabricación de las proteínas que ayudan a degradar las sustancias. Al no existir la enzima las sustancias se quedan acumuladas en el organismo y producen los síntomas de la enfermedad".

Los síntomas se pueden manifestar en el nacimiento o a lo largo de la vida. Los más frecuentes son anemia, descenso de las plaquetas, afectación de los huesos y aumento del tamaño del bazo. En algunos casos los afectados también pueden presentar síntomas neurológicos debido a que las sustancias se pueden acumular en el sistema nervioso central. "Aunque los pacientes hayan heredado la misma alteración genética, no todos desarrollan síntomas iguales ni en el mismo momento; puede incluso pasar desapercibido a lo largo de la vida y dar manifestaciones a los 40 ó los 50 años", afirma Giraldo.

Terapias innovadoras
La enfermedad de Gaucher no tiene tratamiento curativo. A principios de los años 90 se desarrolló una enzima sustitutiva de la proteína que estos pacientes son incapaces de fabricar por bioingeniería en el laboratorio. "Con este tratamiento el paciente puede tener una enzima muy parecida a la humana que debe administrarse por vía intravenosa cada dos semanas, y que consigue reducir los síntomas de la patología".

En la actualidad existe otro tratamiento que se basa en unas moléculas de pequeño tamaño que actúan sobre la enfermedad a otro nivel: las moléculas no sustituyen, sino que provocan la interrupción de la vía metabólica por la cual se produce la acumulación de sustrato. Esta terapia se aplica por vía oral a los pacientes que tienen las formas leves de la patología".

La calidad de vida del paciente está supeditada a la gravedad de la enfermedad que puede tener manifestaciones muy diferentes: el paciente asintomático que no acusa el problema o el afectado con complicaciones graves derivadas de lo que está pasando en su organismo. Los afectados pueden necesitar prótesis y cirugía ortopédica. "Si los pacientes desarrollan afectaciones neurológicas, el compromiso de calidad de vida es mayor: tienen convulsiones, temblores y otras complicaciones que dificultan su rutina".

Conocer para diagnosticar
Las probabilidades de que el médico de atención primaria se encuentre con la patología es mínima. "Primero hay que conocerla para mejorar su diagnóstico. Un hematólogo puede ser consultado por un paciente que tenga anemia o bajada de plaquetas, síntomas comunes a otras enfermedades", afirma Giraldo. "En esas circunstancias pueden pensar que están ante una enfermedad de depósito. Los datos clínicos para pensar en ella son un aumento del bazo persistente, sobre todo en niños, y tener dolores óseos no justificados".

TIPOS DE LA ENFERMEDAD
La enfermedad de Gaucher puede presentar tres tipos diferentes. El tipo I es el más frecuente: los síntomas fundamentales incluyen hepatoesplenomegalia, deterioro óseo, ataques agudos de dolor óseo, pérdida de densidad ósea por hiperactividad difusa de osteoclastos, desmineralización con fracturas patológicas y anemia causada por el bajo nivel de hierro en los glóbulos rojos sanguíneos. Existen rasgos característicos en las células de la médula ósea y bazo, así como lesiones radiológicas típicas.El tipo II, con una incidencia muy baja, es la forma más grave. Se caracteriza por alteraciones neurológicas que afectan al feto y provocan que el niño desarrolle una enfermedad neurológica muy grave y con expectativas de vida cortas. "Los pacientes que nacen con esta variedad de la enfermedad mueren antes de cumplir el año", afirma Pilar Giraldo, del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza.El tipo III se asemeja al principio al tipo I pero a medida que la persona se desarrolla y llega a la adolescencia o la juventud temprana aparecen síntomas neurológicos que limitan mucho la calidad de vida de los pacientes, ya que no presentan una respuesta favorable a los tratamientos convencionales.

CENTRO DE REFERENCIA
El Hospital Miguel Servet, en Zaragoza tiene desde 1993 un grupo de investigación multidisciplinar que aborda todos los aspectos importantes de la enfermedad. El equipo dispone desde radiólogos especializados en la valoración de la médula ósea por resonancia magnética de hígado y bazo, a un otorrino, y un equipo de investigación en biología molecular que permite realizar el diagnóstico de los pacientes, estudiar a los familiares y definir quiénes son portadores de la enfermedad.

PRONÓSTICO
En el terreno fisiopatológico la investigación está orientada a la búsqueda de genes que puedan influir en la aparición de los síntomas. En el campo de las aplicaciones terapéuticas están en desarrollo moléculas que pueden mejorar la eficacia del tratamiento enzimático sustitutivo.En la actualidad hay un problema añadido: la empresa que fabrica la primera enzima para el tratamiento ha tenido un problema en la fabricación y hay un desabastecimiento a nivel mundial del fármaco que sólo permite utilizar un 20 por ciento de los tratamientos que se estaban haciendo.

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